Existen muchas definiciones de cultura y de su aplicación al campo organizacional. Por lo general se la define como un sistema de valores, ideas, conocimientos y principios de acción que permiten a los sujetos interpretar y dar sentido a sus prácticas e interacciones en un contexto social determinado. Este sistema es producto de la historia compartida y de las complejas cadenas de interacciones que tienen lugar en la organización.
Una de las dimensiones de la cultura organizacional son las representaciones o conocimientos compartidos y que dan sentido y facilitan la coordinación de las acciones en el contexto organizacional. Las representaciones permiten clasificar, distinguir, ordenar y jerarquizar el significado atribuido a la diversidad de situaciones, problemas y eventos que forman parte de la vida cotidiana de la organización. Constituyen así un sistema de referencia que vuelve lógico y coherente el mundo, organizando las explicaciones sobre los hechos y las relaciones que existen entre ellos. Este sistema coherente genera beneficios en términos de coordinación, disminuye los esfuerzos de control y favorece la cohesión institucional.
Son más eficaces las escuelas en las cuales existe una buena relación entre profesor y alumno y hay orden y claridad sobre hacia dónde se dirige el establecimiento. Son más eficaces las escuelas donde los directores organizan espacios de reflexión; establecen relaciones positivas con sus profesores; promueven la participación en las decisiones académicas e intercambios de experiencias, e involucran a directivos y profesores en el mejoramiento de la pedagogía y de la calidad de los resultados.
Cultivar la cultura organizacional es una responsabilidad directiva y una acción estratégica para la sustentabilidad y calidad educativa.
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